Una actitud de oro

“Lo importante en la vida no es lo que te pasa, sino cómo respondes. La actitud que tomas ante las situaciones difíciles”, explicó Ana Artázcoz Colomo, fundadora y presidenta de la Fundación Merece la Pena, cuando recogió ayer el premio Pancarta de Oro que le entregó la Peña Anaitasuna. Ella es el mejor ejemplo de lo que predica. La enfermedad degenerativa que sufre no le ha impedido estudiar ni dedicarse a lo que más le gusta: ayudar a los demás. Aparte de haber escrito dos cuentos infantiles -está trabajando en el tercero- y ser sicopedagoga en el área infantil del hospital Virgen del Camino, esta mujer que expulsa fuerza con cada palabra que pronuncia decidió en 2016 crear la Fundación Merece la Pena. Su principal objetivo era ayudar a las personas a superar situaciones dolorosas con una actitud positiva. Tres años más tarde y “después de haber atendido en más de 140 centros”, puede afirmar, orgullosa, que su meta está más que alcanzada. “Nuestra labor se centra principalmente en Navarra, aunque también hemos trabajado en Madrid, Murcia, Galicia y Alicante”, explicó la protagonista del evento.

Ayer la Peña Anaitasuna quiso reconocer toda esta labor entregando a la Fundación el premio Pancarta de Oro. Es un galardón que se otorga con carácter anual con el compromiso de la propia peña de colaborar con el impulso de diferentes agentes y colectivos que trabajan por los intereses de nuestro entorno social. Son los propios socios quienes eligen al ganador, votando entre 3 candidatos que les propone la peña, y este año valoraron el trabajo de la Fundación por su trabajo con las personas en la búsqueda de una actitud positiva ante las dificultades de la vida. Así, en un acto familiar celebrado en el mismo comedor de la peña en la calle San Francisco, Ana Artázcoz recibió una placa conmemorativa y un cheque de 600 euros para la Fundación. Sin embargo, este no ha sido el único reconocimiento que ha recibido Merece la Pena. El año pasado ya fueron invitados al Parlamento Europeo, y también recogieron un premio de manos del Instituto Cervantes.

“Desde que creé la Fundación, creo que hemos hecho una labor fundamental. No solo para todas las personas a las que hemos ayudado, sino también para mí misma. Ha sido una especie de autoterapia”, admitió su presidenta. Esta ayuda consiste en promover la resiliencia -la capacidad de enfrentarse con éxito a acontecimientos adversos- por medio de charlas, talleres de expresión emocional, cuentos, juegos, vídeos, artículos o exposiciones. “De esta manera hemos ayudado a mucha gente a superar situaciones de estrés, enfermedades, divorcios y muchos otros problemas”, concluyó.

La premiada, emocionada y muy agradecida por el reconocimiento, dedicó el galardón a sus familiares y a todos los colaboradores, y quiso finalizar su intervención invitando al público a un viaje a un circo muy conocido por todos. Allí les presentó a Dumbo, un elefante muy acomplejado porque sus enormes orejas le hacen tropezar y cree que no sirve para nada. Su madre intenta ayudarlo atándole sus orejotas con un lazo, pero no tardan en volvérsele a caer. Pero al final su amigo, el ratoncito Timothy, le hace ver que lo que él creía un defecto es su mayor virtud. Sus orejas le permiten volar y Dumbo se convierte en la estrella del espectáculo. Mediante este ejemplo Ana quiso explicar que cada uno es como es, tiene los problemas que tiene, y por mucho que intentemos evitarlos, es más útil y satisfactorio aprender a convivir con ellos para sacar lo mejor que tienen. Eso es lo que hace ella día a día y, gracias a su Fundación, lo que cientos de personas han aprendido a hacer también.